Siendo mi comunidad una región productora de caña de azúcar, como ya les había dicho en otra ocasión, el jugo de caña es una elemento que no puede faltar en la visita obligada a los puestos comerciales de la comunidad.
Su dulce sabor natural, extraído de la caña con un toque de limón, resulta una refrescante bebida que te llena de energía. Cortar los trozos de la caña, lavarlos y pelarlos es un proceso que tampoco deben dejar pasar, aun puedo escuchar en mi mente el crujir de los pedazos arrancados a la caña, el dulce jugo que llenaba mi boca, el placer al paladar y la sensación refrescante que me llenaba energía.
Me cuentan mis padres que cuando mis hermanos apenas eran unos niños, se reunían a pelar tercios de cañas de azúcar, en las tardes bañadas por el sol, el cálido viento que soplaba y que hacían de aquellas tardes un recuerdo inolvidable.
Me imagino que era muy divertido verse rodeado de niños que a cambio de un trozo de caña, brindaban una sonrisa, con la inocencia que cualquier pequeño pude darte a tan tierna edad. Sus risas y carcajadas que junto con los sonidos de la naturaleza hacían que mi padre se sintiera orgulloso de haberlas sembrado con sus propias manos y el sudor de su frente.
En aquellos tiempos existían muy pocos tractores según me cuenta mi padre, tal vez por cuestiones económicas o porque así le enseño mi abuelo a mi padre, el hacia surcos en la tierra que aveces era aspera, otras muy húmeda dependiendo del clima, con un arado que era jalado por dos remudas y dirigido por su fuerza y buen pulso adquirido por la experiencia de cada temporada de siembra.
Más de 40 años de experiencia de mi padre, sobre el cultivo en el campo y lo lamentable es que no pude aprender técnicas probadas y comprobadas para obtener una buena cosecha. Mi padre aun no pierde la esperanza de ver alguno de sus nietos con el legado de la vida, el cual siga sus pasos y permita que futuras generaciones disfruten de un rico jugo de caña cultivado en la comunidad de Santa Isabel.
Gracias por leerme, espero tener artículos de su interés proximamente, se aceptan sugerencias, saludos a mis paisanos en cualquier lugar donde se encuentre. Santa Isabel los espera con los brazos abiertos para que regresen cuando quieran a disfrutar de un rico jugo de caña.
Me cuentan mis padres que cuando mis hermanos apenas eran unos niños, se reunían a pelar tercios de cañas de azúcar, en las tardes bañadas por el sol, el cálido viento que soplaba y que hacían de aquellas tardes un recuerdo inolvidable.
Me imagino que era muy divertido verse rodeado de niños que a cambio de un trozo de caña, brindaban una sonrisa, con la inocencia que cualquier pequeño pude darte a tan tierna edad. Sus risas y carcajadas que junto con los sonidos de la naturaleza hacían que mi padre se sintiera orgulloso de haberlas sembrado con sus propias manos y el sudor de su frente.
En aquellos tiempos existían muy pocos tractores según me cuenta mi padre, tal vez por cuestiones económicas o porque así le enseño mi abuelo a mi padre, el hacia surcos en la tierra que aveces era aspera, otras muy húmeda dependiendo del clima, con un arado que era jalado por dos remudas y dirigido por su fuerza y buen pulso adquirido por la experiencia de cada temporada de siembra.
Más de 40 años de experiencia de mi padre, sobre el cultivo en el campo y lo lamentable es que no pude aprender técnicas probadas y comprobadas para obtener una buena cosecha. Mi padre aun no pierde la esperanza de ver alguno de sus nietos con el legado de la vida, el cual siga sus pasos y permita que futuras generaciones disfruten de un rico jugo de caña cultivado en la comunidad de Santa Isabel.
Gracias por leerme, espero tener artículos de su interés proximamente, se aceptan sugerencias, saludos a mis paisanos en cualquier lugar donde se encuentre. Santa Isabel los espera con los brazos abiertos para que regresen cuando quieran a disfrutar de un rico jugo de caña.
